Sacrificio humano, mito y poder entre los mexicas

Estudiar el significado de los sacrificios humanos en la cultura mexica supone asomarse a su compleja cosmogonía, tarea que emprende el antropólogo francés Guilhem Olivier en este texto. En el recuadro, otra historia: un revelador hallazgo arqueológico aclara un brutal episodio en los tiempos de la Conquista.

Enero 2010 | Tags:

Ahora bien, ¿cuáles son las lecciones de este relato? Por una parte, los partidos de juego de pelota que narran los mitos desencadenaban a menudo la muerte sacrificial de los vencidos (por ejemplo en el Popol Vuh de los mayas quichés); al mismo tiempo estas contiendas significaban el paso de un Sol (o era) a otro Sol. Se dice por ejemplo que Tezcatlipoca venció a Quetzalcóatl en un partido de juego de pelota en Tollan, e incluso que Motecuhzoma II perdió en un enfrentamiento similar con el rey de Tezcoco Nezahualpilli, derrota que prefiguraba la del soberano mexica frente a los españoles. En el caso del partido de juego de pelota entre Huémac y los tlaloques, el mito explica cómo los mexicas, al sacrificar a la hija de Tozcuécuex, cumplieron con las exigencias de los tlaloques para restablecer la prosperidad en Tollan. Obviamente se trata también de una forma de expresar el paso de la era tolteca a la era mexica, es decir, los mexicas que llevan a cabo los sacrificios adecuados se presentan como los herederos de los prestigiosos toltecas que fracasaron en sus deberes sacrificiales.

Otro relato mexica precisa que la práctica del sacrificio humano constituía la función principal del pueblo de Huitzilopochtli. Durante la famosa migración que llevaría a los aztecas desde Aztlán, su lugar de origen, hasta la fundación de México-Tenochtitlán, un episodio narra cómo unos mimixcoas cayeron del cielo sobre mezquites y biznagas. Huitzilopochtli encomendó a sus devotos que sacrificaran a los mimixcoas, después de lo cual los aztecas cambiaron su nombre por el de “mexicas” y obtuvieron las armas de sus víctimas, el arco y la flecha (figura 5). Este acontecimiento es sumamente significativo y se relaciona con el mito de origen de la Guerra Sagrada que hemos mencionado. En efecto, los mexicas se otorgan el papel de sacrificadores para alimentar al Sol y la Tierra, lo que justifica su dominio sobre otros pueblos destinados a proporcionar víctimas sacrificiales que se identifican con los mimixcoas, inmolados a la vez en el mito y durante la migración.

 

El sacrificio simbólico de los reyes

Para concluir, quisiera mencionar brevemente que el mito que acabamos de comentar fundamentaba también en parte los ritos de entronización de los reyes mexicas.5

En efecto, el nuevo rey mexica cambiaba de nombre al ser entronizado y recibía armas, tal como los mexicas después del sacrificio de los mimixcoas.

Otro ritual importante que formaba parte de las complejas ceremonias de entronización consistía en agujerar el tabique nasal del futuro gobernante. El mismo ritual se llevaba a cabo en diversas regiones del estado actual de Oaxaca, como está ilustrado en códices mixtecos como el Códice Becker i, el Códice Bodley y el Códice Colombino (figura 6). Conviene destacar el hecho de que en estos manuscritos pictográficos los futuros reyes están recostados sobre piedras de sacrificio, lo cual significa que el ritual de perforación de la nariz era un sacrificio simbólico. En este caso, los reyes aparecían de la misma manera que los mimixcoas cuando fueron sacrificados por los mexicas. Otros episodios de los ritos de entronización apuntan hacia su carácter sacrificial, por ejemplo la desnudez del candidato –que lo asimilaba a los mimixcoas sacrificados– o bien la identificación del rey con el primer prisionero que hacía en el campo de batalla y que era sacrificado, según el proceso de asimilación entre la víctima y el sacrificante que ya comentamos.

Sea como fuere, el punto importante aquí es la idea según la cual el gobernante era un sacrificado potencial, es decir, una persona elegida por los dioses para servirlos, pero también un rey capaz de sacrificarse –en un sentido literal– para su pueblo. Esta ideología persiste entre muchos pueblos indígenas, cuyos dirigentes son comparados con víctimas sacrificiales, por ejemplo entre los tzotziles de Zinacantán y de Chamula, los tzeltales de Bachajón, los tlapanecos de Guerrero, etcétera.6 Más aún, los cargos administrativos o políticos de numerosas comunidades indígenas del país siguen siendo voluntarios –es decir, no retribuidos– y de alguna manera los funcionarios asocian el cumplimiento de sus cargos con un autosacrificio.

En el contexto de la crisis de confianza en las autoridades que vive el país, ¿valdría la pena revalorar esta ideología del servicio a la comunidad, que se equipara a nivel personal y religioso con un acto sacrificial? ~

 

 

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1. Véase la síntesis de Yólotl González Torres, El sacrificio humano entre los mexicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1985; y sobre todo el estudio exhaustivo de Michel Graulich, Le sacrifice humain chez les Aztèques, París, Fayard, 2005.

2. Varios estudios sobre el sacrificio humano en Mesoamérica están reunidos en Leonardo López Luján y Guilhem Olivier (eds.), El sacrificio humano en la tradición religiosa mesoamericana, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México, en prensa.

3. Sobre la amplia difusión en el mundo de los sacrificios humanos, se puede consultar el libro de Nigel Davies, Sacrificios humanos / De la antigüedad a nuestros días, México, Grijalbo, 1983.

4. “The Ecological Basis for Aztec Sacrifice”, American Ethnologist, vol. 4, pp. 117-135, 1977.

5. Véase Guilhem Olivier, “Las tres muertes del nuevo tlatoani: una nueva interpretación de los ritos de entronización mexica”, en Guilhem Olivier (ed.), Símbolos de poder en Mesoamérica, México, Instituto de Investigaciones Históricas/Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008, pp. 263-291.

 

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Comentarios (2)

Mostrando 2 comentarios.

En relación con el comentario de Edgar, quizás también tenga relevancia el hecho de que muchas de las interpretaciones (vía crónicas) nos llegán según la visión de los Españoles. Que, a parte de no comprender las prácticas autóctonas, también buscaron estigmatizar a los habitantes de esta región.

Desde mi humilde punto de vista, los antiguos mexixanos no tenian como principio moral matar por sangre fia.. es bien, como se menciona en el texto, un ritual, una necesidad de dar vida, además, fuentes bibliograficas (códices) muestran no la mania de matar, sino de ofrecer su vida a los dioses para mantener viva a la Tierra...

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